Hay una desproporción exagerada entre los elevados esfuerzos privados y los reducidos esfuerzos públicos en la tarea de protección de los gatos y, especialmente, de los que han sido abandonados.
La precariedad y dramatismo de la situación de estos gatos (centenares, al menos en Campello) es paliada mínimamente por el sobreesfuerzo estresante de algunos voluntarios que los alimentan, les dan agua, los llevan a la consulta veterinaria, vigilan su día a día, etc.
Esto contrasta con la limitadísima actuación las administraciones (ayuntamiento especialmente) a la hora de aportar recursos para infraestructuras, personal, equipamiento, información, educación cívica o a la hora de coordinase con asociaciones como GATOS EN LA COSTA.
A día de hoy, todo lo necesario para atender, controlar, mantener y dar una solución estable y digna al problema de esta población de gatos, depende muchísimo de asociaciones y de voluntarios particulares y casi nada de las instituciones municipales.
Proponemos las siguientes medidas para atender estas carencias:
Un número indeterminado de vecinas y vecinos realizan por su cuenta tareas de protección de gatos.
GATOS EN LA COSTA debe crecer para ser más potente en recursos y capacidad de acción.
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